Eloy Alfaro
En 1875, tras el asesinato de García Moreno, Alfaro volvió
al Ecuador y combatió al gobierno de Antonio Borrero. Apoyó el golpe de Estado
de Veintemilla en contra de Borrero, el 8 de septiembre de 1876, tras el cual
fue nombrado coronel. Pero meses después se declaró contrario a Veintemilla,
que no cumplió el programa liberal prometido. A inicios de 1883, Alfaro fue
proclamado jefe supremo de Manabí y Esmeraldas y organizó un ejército que
derrotó al dictador, cuyo último reducto, Guayaquil, cayó el 9 de julio de
1883.
Tras el triunfo "restaurador", como se llamó al
movimiento coligado en contra de Veintemilla, una Asamblea Constituyente eligió
como presidente a José María Plácido Caamaño, frente a Alfaro, sostenido por
los liberales. En 1884, cuando Caamaño se instaló en el poder, Alfaro encabezó
una nueva revuelta que suspendió tras casi cuatro años de lucha, dedicándose
entonces a los contactos internacionales. Sus adversarios se referían a él con
el sobrenombre burlesco de "general de las derrotas", debido a sus
fracasos militares.
En 1910 el conflicto limítrofe con el Perú estuvo a punto de
provocar la guerra. Entretanto, se produjeron fisuras en el partido liberal,
donde se enfrentaban el liberalismo radical de Alfaro y el liberalismo
oligárquico de Leonidas Plaza Gutiérrez. En las elecciones de 1911, el gobierno
alfarista impuso a su candidato Emilio Estrada mediante un fraude, pero Alfaro
se arrepintió de tal maniobra y quiso obtener la renuncia de Estrada mediante
la convocatoria a un congreso extraordinario. Para entonces, el placismo se
había aliado con Estrada en contra de Alfaro, que fue depuesto por el pueblo y
el ejército y debió abandonar el país.
Entonces asumió el poder Carlos Freile Zaldumbide, quien
entregó la presidencia al electo Emilio Estrada, en diciembre de ese año. Pero
Estrada falleció y Freile Zaldumbide asumió la presidencia. Alfaro y otros
dirigentes radicales regresaron al país pensando influir en la designación de
un nuevo mandatario, pero Freile Zaldumbide los apresó en Guayaquil.
Trasladados a Quito, el 28 de enero de 1912 una turba asaltó
la prisión y acabó con Eloy Alfaro, Flavio y Medardo Alfaro, Luciano Coral,
Ulpiano Páez y Manuel Serrano. Sus cuerpos, arrastrados a modo de trofeos
sangrientos por la ciudad, fueron quemados en El Ejido. Al parecer, una oscura
alianza entre el placismo y los conservadores fue el origen de esta acción
criminal.
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